Vayan... (Entrada 100)

31.10.11


  «Vayan, queridos hermanos, 
  de dos en dos por las diversas partes de la tierra, 
  anunciando a los hombres la paz y el perdón de sus pecados. 
  Y permanezcan pacientes en la tribulación, seguros, 
  porque el Señor cumplirá su designio y su promesa. 
  A los que les pregunten, respondan con humildad; 
  bendigan a los que les persigan; 
  den gracias a los que los injurien y calumnien, 
  pues por esto se nos prepara un reino eterno».


San Francisco de Asís
1Cel 29

XXV AÑOS DEL ESPÍRITU DE ASÍS

27.10.11

XXV AÑOS DEL ESPÍRITU DE ASÍS





27 de octubre, 2011. (Romereports.com) Tras el viaje de una hora y media en tren de Roma a Asís, Benedicto XVI se trasladó al centro de la ciudad en minibus, junto con otros participantes en el encuentro. Una vez en la basílica de Santa María de los Ángeles, el Papa hizo de anfitrión y recibió personalmente a los principales líderes religiosos en la puerta. Un coro de frailes franciscanos cantó durante el encuentro.

El cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, departamento del Vaticano promotor del encuentro, recordó la primera jornada de 1986 con un vídeo.

En su discurso, Benedicto XVI lamentó los casos en los que la religión cristiana ha sido la excusa para ejercer la violencia.

Benedicto XVI
“Quisiera decir como cristiano: Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de verguenza”.

Benedicto XVI invitó a la reconciliación entre los países y denunció el terrorismo religioso. Dijo que en estos casos, “la religión no está al servicio de la paz, sino que es una justificación inútil de la violencia”. Por eso, bajo el lema de este encuentro, el Papa propuso volver a aunar esfuerzos para alcanzar la paz.

Benedicto XVI
“Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compormiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho. Para conclui, quisiera aseguraros que la Iglesia católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo. Estamos animados por el deseo común de ser 'peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz'”.

También hablaron algunos de los representantes de las principales religiones. Como el líder de la Iglesia ortodoxa, Bartolomé I.

Patriarca Bartolomé I
“Nuestro diálogo es de reconciliación. Todos nos reconocemos en esta expresión de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los que trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios”.

El primado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams, destacó que gracias a la relación con Dios ya no existen personas extranjeras.

Rowan Williams
“Estamos aquí hoy para declarar nuestra voluntad, nuestra apasionada determinación, de persuadir a nuestro mundo de que los seres humanos no pueden ser extranjeros, y que su reconocimiento es posible por nuestra relación universal con Dios”.

También intervinieron autoridades judías y musulmanas, entre otros. El representante de los judíos de Estados Unidos recordó el empeño por conseguir la paz, mientras que Muzadi, autoridad musulmana explicó el por qué de las religiones en el mundo.

Rabino David Rosen
“Espero que este encuentro de hoy refuerce a los hombres y mujeres de fe y de buena voluntad a multiplicar los esfuerzos y a hacer de este objetivo una realidad que lleve una verdadera bendición y curación a la humanidad”.

Esta jornada en Asís no incluye un momento de oración común sino que se deja un tiempo de silencio, de reflexión para que de manera privada se rece por la paz.




DISCURSO DEL PAPA EN ASÍS

Queridos hermanos y hermanas,
Distinguidos Jefes y representantes de las Iglesias y Comunidades eclesiales y de las Religiones del mundo,queridos amigos
Han pasado veinticinco años desde que el beato Papa Juan Pablo II invitó por vez primera a los representantes de las religiones del mundo a Asís para una oración por la paz. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? ¿A qué punto está hoy la causa de la paz? En aquel entonces, la gran amenaza para la paz en el mundo provenía de la división del planeta en dos bloques contrastantes entre sí. El símbolo llamativo de esta división era el muro de Berlín que, pasando por el medio de la ciudad, trazaba la frontera entre dos mundos. En 1989, tres años después de Asís, el muro cayó sin derramamiento de sangre. De repente, los enormes arsenales que había tras el muro dejaron de tener sentido alguno. Perdieron su capacidad de aterrorizar. El deseo de los pueblos de ser libres era más fuerte que los armamentos de la violencia. La cuestión sobre las causas de este derrumbe es compleja y no puede encontrar una respuesta con fórmulas simples. Pero, junto a los factores económicos y políticos, la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual. Al final, la voluntad de ser libres fue más fuerte que el miedo ante la violencia, que ya no contaba con ningún respaldo espiritual. Apreciamos esta victoria de la libertad, que fue sobre todo también una victoria de la paz. Y es preciso añadir en este contexto que, aunque no se tratara sólo, y quizás ni siquiera en primer lugar, de la libertad de creer, también se trataba de ella. Por eso podemos relacionar también todo esto en cierto modo con la oración por la paz.
Pero, ¿qué ha sucedido después? Desgraciadamente, no podemos decir que desde entonces la situación se haya caracterizado por la libertad y la paz. Aunque no haya a la vista amenazas de una gran guerra, el mundo está desafortunadamente lleno de discordia. No se trata sólo de que haya guerras frecuentemente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo. La libertad es un gran bien. Pero el mundo de la libertad se ha mostrado en buena parte carente de orientación, y muchos tergiversan la libertad entendiéndola como libertad también para la violencia. La discordia asume formas nuevas y espantosas, y la lucha por la paz nos debe estimular a todos nosotros de modo nuevo.
Tratemos de identificar más de cerca los nuevos rostros de la violencia y la discordia. A grandes líneas – según mi parecer – se pueden identificar dos tipologías diferentes de nuevas formas de violencia, diametralmente opuestas por su motivación, y que manifiestan luego muchas variantes en sus particularidades. Tenemos ante todo el terrorismo, en el cual, en lugar de una gran guerra, se emplean ataques muy precisos, que deben golpear destructivamente en puntos importantes al adversario, sin ningún respeto por las vidas humanas inocentes que de este modo resultan cruelmente heridas o muertas. A los ojos de los responsables, la gran causa de perjudicar al enemigo justifica toda forma de crueldad. Se deja de lado todo lo que en el derecho internacional ha sido comúnmente reconocido y sancionado como límite a la violencia. Sabemos que el terrorismo es a menudo motivado religiosamente y que, precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justificación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del «bien» pretendido. Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia.
A partir de la Ilustración, la crítica de la religión ha sostenido reiteradamente que la religión era causa de violencia, y con eso ha fomentado la hostilidad contra las religiones. En este punto, que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente. De una forma más sutil, pero siempre cruel, vemos la religión como causa de violencia también allí donde se practica la violencia por parte de defensores de una religión contra los otros. Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir – y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza – que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción. Contra eso, se objeta: Pero, ¿cómo sabéis cuál es la verdadera naturaleza de la religión? Esta pretensión, ¿no se deriva quizás de que la fuerza de la religión se ha apagado entre ustedes? Y otros dirán: ¿Acaso existe realmente una naturaleza común de la religión, que se manifiesta en todas las religiones y que, por tanto, es válida para todas? Debemos afrontar estas preguntas si queremos contrastar de manera realista y creíble el recurso a la violencia por motivos religiosos. Aquí se coloca una tarea fundamental del diálogo interreligioso, una tarea que se ha de subrayar de nuevo en este encuentro. A este punto, quisiera decir como cristiano: Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza. El Dios en que nosotros los cristianos creemos es el Creador y Padre de todos los hombres, por el cual todos son entre sí hermanos y hermanas y forman una única familia. La Cruz de Cristo es para nosotros el signo del Dios que, en el puesto de la violencia, pone el sufrir con el otro y el amar con el otro. Su nombre es «Dios del amor y de la paz» (2 Co 13,11). Es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior, para que – no obstante la debilidad del hombre – sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo.
Si bien una tipología fundamental de la violencia se funda hoy religiosamente, poniendo con ello a las religiones frente a la cuestión sobre su naturaleza, y obligándonos todos a una purificación, una segunda tipología de violencia de aspecto multiforme tiene una motivación exactamente opuesta: es la consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad. Los enemigos de la religión – como hemos dicho – ven en ella una fuente primaria de violencia en la historia de la humanidad, y pretenden por tanto la desaparición de la religión. Pero el «no» a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios.
Pero no quisiera detenerme aquí sobre el ateísmo impuesto por el Estado; quisiera hablar más bien de la «decadencia» del hombre, como consecuencia de la cual se produce de manera silenciosa, y por tanto más peligrosa, un cambio del clima espiritual. La adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal. El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por ella, tanto en el cuerpo como en el ánimo. La violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo.
La ausencia de Dios lleva al decaimiento del hombre y del humanismo. Pero, ¿dónde está Dios? ¿Lo conocemos y lo podemos mostrar de nuevo a la humanidad para fundar una verdadera paz? Resumamos ante todo brevemente las reflexiones que hemos hecho hasta ahora. He dicho que hay una concepción y un uso de la religión por la que esta se convierte en fuente de violencia, mientras que la orientación del hombre hacia Dios, vivido rectamente, es una fuerza de paz. En este contexto me he referido a la necesidad del diálogo, y he hablado de la purificación, siempre necesaria, de la religión vivida. Por otro lado, he afirmado que la negación de Dios corrompe al hombre, le priva de medidas y le lleva a la violencia.
Junto a estas dos formas de religión y anti-religión, existe también en el mundo en expansión del agnosticismo otra orientación de fondo: personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios. Personas como éstas no afirman simplemente: «No existe ningún Dios». Sufren a causa de su ausencia y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino hacia Él. Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz». Plantean preguntas tanto a una como a la otra parte. Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos vivir en función de ella. Pero también llaman en causa a los seguidores de las religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los demás. Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta. Que ellos no logren encontrar a Dios, depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios. Así, su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios – el verdadero Dios – se haga accesible. Por eso he invitado de propósito a representantes de este tercer grupo a nuestro encuentro en Asís, que no sólo reúne representantes de instituciones religiosas. Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho. Para concluir, quisiera aseguraros que la Iglesia católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo. Estamos animados por el deseo común de ser «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz».

Sobre el DOMUND

23.10.11

Hoy, 23 de octubre, celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, DOMUND,  un día especial para agradecer nuestra vocación misionera, la propia, la de nuestra Orden y la de la Iglesia (que somos todos). Ciertamente, hoy tenía el propósito de escribir algo sobre este, pero por diversas circunstancias lo he podido. Quizás lo haré mañana para no dejar escapar esta oportunidad. Por lo tanto, les comparto lo siguiente, esperando que inquiete al que lo lea y genere una posición propia.  



FUNDAMENTO ECLESIOLOGICO DE LA MISION

Buscamos comprender mejor cuál es la misión de la Iglesia y cuál nuestra propia misión en la Iglesia. Comprender cómo realizarla en y desde la Iglesia. Como referencias, tomaremos lo que Jesús mismo nos ha dicho sobre la Iglesia y sobre nuestra misión; lo que la Iglesia misma ha dicho sobre su misión en el mundo; y lo que nosotros mismos sentimos respecto de nuestra propia misión ( cf. misión y respuesta del apóstol: Mt 28, 19).

1. LA IGLESIA DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO (RM 31)

La comunión trinitaria es la fuente, el motor, el fin de la vida y de la misión de la Iglesia. ·

Ella vive y obra en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; nos conduce al Padre por el Hijo en el Espíritu; da gloria al Padre por Cristo en el Espíritu. ·

Todo su ser y misión depende del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

2. LA IGLESIA DE JESUCRISTO

Jesucristo es: enviado - mediador; revelador - guía; Dios hecho hombre - salvador ·

El vive en la Iglesia, es su esposo, la hace crecer por el Espíritu Santo y a través de ella cumple su misión. ·

La Iglesia responde a la misión de Jesucristo mediante la "comunión y participación" en su plan de salvación. (RM 9b, 5c, 6a) ·

La Iglesia ha sido convocada y congregada por Jesucristo, en el Espíritu, para el Padre (LG. 1- 3; RM 46c; 47b y d)

La Iglesia es:

Cuerpo de Cristo ·

pueblo de Dios ·

familia de Dios ·

templo de Dios ·

sacramento universal de salvación · Iglesia (RM 9a, 9b y 11c)

La misión de la Iglesia: comunión y participación

Comunión:

llevar hacia el Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo; ·

unir a los hombres con Dios, para vivir su vida, su amor y su verdad; ·

transformarse y transformar en El (ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí...)

Participación:

recibir la vida nueva y los demás dones de Dios;

unirse a su acción salvadora: dar lo recibido y ser signo e instrumento suyo.

3. SACRAMENTO UNIVERSAL DE SALVACIÓN

3.1. Iglesia - misterio: Signo e instrumento de Jesucristo. Signo de su presencia y de su acción salvadora:

El vive en ella, ella es la primera que ha participado en la salvación y la que muestra la presencia y la obra del Salvador; ·

Instrumento de Jesucristo mediante el cual El sigue realizando su misión salvadora;

Jesucristo realiza la voluntad del Padre, por el Espíritu Santo, mediante la Iglesia para el mundo entero.

3.2. Iglesia - comunión:

ella vive la comunión con su Salvador y congrega a la humanidad para que entre en comunión con el Dios Salvador; ·

ante todo con la vida y el testimonio, anuncia la vida nueva que se recibe en la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; ·

ella congrega en torno a Jesucristo para que se viva en "comunidades", con un solo corazón y una sola alma; ·

La Iglesia da impulso a la evangelización se da a través de la vivencia concreta de "comunidades eclesiales vivas, dinámicas y misioneras" (RM 26; Santo Domingo 54).

3.3. Iglesia - misión: Iglesia "misionera":

ella ha recibido la misión de ir a evangelizar y, así, está puesta para colaborar a Jesucristo en este servicio salvador al mundo entero; ·

en el envío a los Apóstoles, fuimos enviados todos a evangelizar; ·

la misión de la Iglesia es universal: hacia todas las gentes, en todos los tiempos, hasta las raíces, para todos y con todo el poder de Dios.

4. LAS TAREAS QUE COMPRENDE ESTA MISION SON (RM 18c):

1. el anuncio de Jesucristo y su Evangelio (RM 12a y 20a);
2. la formación y maduración de comunidades eclesiales (RM 26b y 20c).
3. la promoción humana y la encarnación de los valores evangélicos (RM 43 b y 20d

5. NUESTRA MISION EN LA IGLESIA
5.1. Para la Iglesia y para cada uno es un derecho-deber de la Iglesia evangelizar (RM 86)

5.2. Todos y cada uno estamos enviados a evangelizar, a todas las gentes y siempre. Estamos llamados a vivir la comunión y participación en diversos niveles eclesiales (RM 48 y ss):

la Iglesia Particular ·

la parroquia ·

las comunidades eclesiales locales: la familia, la comunidad eclesial de base, otras comunidades eclesiales.

5.3. Dentro de la misión única y universal de la Iglesia (RM 39a), todos y cada uno tenemos nuestra propia misión:

Dentro del cuerpo somos partes; dentro del pueblo de Dios somos miembros; dentro del Templo de Dios somos piedras vivas; dentro de la Familia Eclesial somos hijos; dentro de la Iglesia tenemos el derecho-deber de evangelizar a todas las gentes.

Somos signo de la presencia y de la acción del Salvador.

Vivimos en comunidades eclesiales vivas, dinámicas y misioneras.

Somos instrumentos, misioneros, de Jesucristo para comunicar su verdad, amor y vida nueva.

Dentro de los diversos ministerios y servicios eclesiales, somos evangelizadores y animadores misioneros.

Estamos llamados a dar un especial impulso a la misión Ad gentes y a la nueva evangelización

Hemos de vivir y promover intensamente la comunión y participación en comunidades eclesiales vivas, dinámicas y misioneras. Nos comprometernos en la evangelización universal dando prioridad a la evangelización de los no cristianos, tanto de nuestro ambiente como del mundo entero.

6. MARÍA

Madre de Dios

nuestra madre en la Iglesia

nuestra modelo, pedagoga y compañera en nuestra misión.

CONCLUSION

La misión de la Iglesia y nuestra propia misión se fundamentan en la comunión y participación de la Verdad, el Amor y la Vida de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. ·

Recibimos nuestra misión en la Iglesia, la cumplimos en comunión y participación de Iglesia y desde ella vamos como enviados a evangelizar a todas las gentes en el mundo entero. ·

La misión es la que renueva nuestra identidad cristiana, nos devuelve nuestro entusiasmo, nos ayuda a superar las dificultades en nuestra comunidad y nos hace participar en la salvación de Jesucristo (RM 2).

Nuestra principal perspectiva de vida y servicio es realizar la propia misión en y desde comunidades eclesiales vivas, dinámicas y misioneras.

Ecuador









Alejandro Labaka e Inés Arango

19.10.11


POSTER NO OFICIAL

"Tú eres Pedro y..."



Siempre es grato encontrarse con personas que dejan algo en nuestra vida, quizás por su entrega, por su estilo de vida o tal vez por su sonrisa, lo importante es que las conociste. Hay testimonios reales que nos marcan y que renuevan nuestras ganas de vivir, generando una visión de que las cosas pueden y deben de ser diferente. En la Iglesia hay este tipo de “personajes”. Seres que hacen una opción por una Iglesia diferente, que viven su vocación desde la minoridad, la alegría y la cercanía al pueblo, imprimiendo un rostro diferente desde su ser consagrados.

Al llegar a Coca, Ecuador, me encontré con un personaje de esos raros, de los que saben vivir diferente. Su nombre es Pedro, es un humilde argentino y es mi hermano, por ser capuchino. Él a sus 62 años inició su camino misionero en África. Luego por un paludismo tuvo que cambiar de residencia. Y eligió Ecuador, primero Nuevo Rocafuerte y después Coca. En días anteriores, a sus 86 años ha decidió regresar a su provincia.

Compartí con el casi un mes y en este breve tiempo me dejó grandes enseñanzas. Él fue el primero que trató de “enseñarme” a ser misionero. Hablaba con él de misionero a misionero, del que sabe al que quiere aprender; mostrando su disponibilidad por compartir su experiencia de fe en la misión.

Es un hombre de oración, de profundo amor al Señor. Su preocupación es la renovación de la Iglesia y él en sus comunidades lo hacía. Tenía dos lugares: San Pedro y San Pablo y El Rancho. A un lugar iba con el proyector y a otro, con una gran campana, pero en ambas era querido, como pastor que ama a sus ovejas, a pesar de que eran dos realidades diferentes socialmente. Me dijo un día: “Hay que renovarnos, no quiero que digan que por que soy muerto mis misas no son creativas”. Lo último que promovió aquí fue la “Nueva Evangelización”, quizás sentía que con este nuevo sínodo la Iglesia iba por donde el había soñado: hacía la renovación.

Pedro vive lleno de alegría y de humor. Su gran carcajada muestra su felicidad de haber optado por una vida de entrega al Reino. Tres imágenes me quedan de él grabadas: escribiendo en el computador soportando el duro calor, en la capilla desde las 5.00am en oración y yendo en vieja camioneta velozmente a comprar el pan para los hermanos. Estas son actividades que marcaron su día a día, tratando de forjarse un camino al encuentro de los demás, en persona o por internet..

A continuación comparto su discurso de despedida el día de nuestro padre San Francisco, al concluir la reunión zonal de los Capuchinos:

“Yo escribía días atrás a un capuchino de África, en francés, que mi vida es como una barca que esta en el muelle. Está con grandes averías, abandonada. Así como las barcas que vemos aquí. Pero aunque la barca ya no sirva, yo me siento fuerte, con ganas de seguir dando mi vida aquí, a ustedes y a la comunidad.

Por supuesto que tanto en África como en la “Villa Miseria”, yo siempre he ido para ir hasta la muerte, nunca para 10 años. Siempre he vivido lo arriesgado. Lo de África fue porque los medico me dijeron: “si usted vuelve al África, no vuelve del África”, entonces me vine acá. Y ahora todos los agujeros de mi barca dicen que dentro de poco no voy a llegar al puerto de origen. Y sobre todo voy a molestar a los hermanos.

En este momento, entonces, con gran dolor, evidentemente, con gran sentimiento, por que yo hubiera querido morir aquí. Ya había reservado mi tumba aquí y todo, a un lado de la hermana Gabriela. Cosa a la que todavía no renuncio, porque puedo mandar mis cenizas.

Yo soy muerto, pero todavía camino. Y les pido perdón a ustedes por las cosas de los viejos, que siempre son cosas raras: Les molestamos, nos creemos más que los demás, nos parece que el tiempo pasado fue mejor y qué barbaridad los jóvenes. Y bueno, yo les pido perdón si los he molestado, pero ha sido completamente al margen de mi voluntad profunda. En mi voluntad profunda lo quiero a todos, es un grupo maravilloso con el que he convivido. Yo estoy seguro que Dios los va a ayudar, a ayudar mucho. Y bueno, que me ayude a mí.

Y como lo que quiero es no molestar. La primera cosa es siendo breve ahora.”

Él no se aprendió mi nombre, le tenía que ayudar con la palabra “Kirchner”, pero si se aprendió a Cristo, lo aprendió de corazón. Y esto me basta para vivir creyendo en los hermanos y seguir construyendo la fraternidad por el Reino, a pesar de nuestras debilidades. Y esto es ser Capuchino, vivir amando a Dios, siendo capaces de entregar la vida por el prójimo.

Hoy es cumpleaños de Pedro, mis felicitaciones y oraciones para él.
Que el Señor te siga bendiciendo, mi querido Pedro.