Dios nos ha dado la tierra como vida;
es como nosotros, tiene vida y piensa,
como si tuviera sangre.
Como un apersona, la tierra respira y el agua la recorre
como la sangre a nosotros.
Si amamos la tierra es porque está llena de vida,
si da vida es porque la tiene;
tanto que los animales suelen andar por ahí gritando de alegría.
La tierra es una chacra vieja que fue llenándose de hojas y lodo,
en forma de capas, así fue creciendo hasta ser lo que es.
La tierra somos nosotros,
los desperdicios la hacen vivir, los palos podridos la renuevan,
igual que nuestra propia corrupción.
Si la amamos es porque tiene vida y por eso ayuda a criarla,
sostiene plantas y animales;
cuanto más la cuidemos más vida tendrá,
ella se alegra o entristece según nuestro trato.
Al no tener huesos, la tierra no aguanta,
por eso la buena tierra debe de ser defendida,
igual que la sostienen las raíces.
Naporunas
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