"No es lo mismo la violencia de ayer que la de hoy,
pero nuestro amor sí que es el
mismo"
El día sábado (04/05) tuve la oportunidad
de ver la película argentina Elefante Blanco (Pablo Trapero, 2012). La realización de la película me
pareció regular, pero con una excelente fotografía. Lo que vale la pena es la
temática que trata. Todo gira en torno a una villa, donde hay un edificio
abandonado sin terminar (proyectado a ser el hospital más grande de América
Latina) que sirve como refugio de ilegales, delincuentes y drogadictos. Este
lugar tiene gran semejanza donde realizo mi apostolado: lugar lleno de pobreza,
injusticia y dolor social.
El punto importante de la película
es que la historia tiene a dos sacerdotes, Julián y Nicolás, como protagonistas. Nicolás es sacerdote belga que presencia una matanza de indígenas en la Selva
del Amazonas (Perú?) sin poder hacer nada por ayudar a la población, que es
llevado a trabajar a la villa por Julián. Ambos, con otro sacerdote y una
laica, trabajan por mejorar las circunstancias de vida de sus feligreses.
La película muestra de una gran forma lo que es ser
sacerdote y cuál debería de ser su labor. Los muestran tan humanos y tan
divinos, capaces de entregar su vida por la gente y enfrentarse al poder que no
garantiza la dignidad personal. Muestra sus profundas crisis, pero con una valentía
que deja ver al Jesús del reino, donde el pecado es redención. Elefante blanco
retrata muy bien la realidad de América Latina y qué decir la de México; pero
retratará a nuestros sacerdotes?
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