Himno para la fiestas en torno a Santa Clara de Asís.
1. Vete, alma mía, segura
a la morada de Dios,
desata la ataduras
que el tiempo ya se cumplió.
¡Vete, alma mía, segura!
2. A bodas están llamando
ya el esposo se adornó;
vírgenes hacen cortejo
y vienen para esta unión.
¡Vete, alma mía, segura!
3. Traen coronas preciosas,
María de más valor.
La reina ya se ha inclinado
con su abrazo me envolvió.
¡Vete, alma mía, segura!
4. Dios te llamó de la nada
y por amor te creó,
y derramó su hermosura,
te miró y santificó.
¡Vete, alma mía, segura!
5. Como madre con su niño,
mi Dios se me enterneció.
Bendito que me creaste,
oh mi dulce creador.
¡Vete, alma mía, segura!
6. Tu hora, mi Dios, es mía,
dispuesta, mi Dios estoy:
Y eternamente soy tuya
para alabanza y amor.
¡Vete, alma mía, segura!
Fr. Rufino Maria Grandez, OFM Cap



A ti, va dirigida esta sencilla reflexión que te invito a seguir. Dos mil años de cristianismo son un largo tiempo de gracia, de amor de Dios. Francisco de Asís es una gracia de Dios. Hombre del siglo XIII, y actual por su espiritualidad y por sus intuiciones, vive intensamente el amor de Dios Padre, en Jesús y en el Espíritu, y descubre su gratuidad.Un día, delante de su padre Pietro y de su obispo Guido, Francisco, despojado de todo, busca y encuentra la manera de decir: Padre nuestro que estás en los cielos.A partir de ese momento proclama muy alto: el Amor no es amado. Francisco se siente, dentro de las manos abiertas de Dios Padre, como en su lugar. En ellas permanece toda su vida, sintiendo cómo Dios lo forja. El Alfarero modela su fango. En las manos trabajadoras y tiernas de Dios ve y encuentra a todos los otros seres creados, con los que se hermana por su origen divino. Descubre cómo Dios, Padre común, da, a cada pedacito de fango, la vida y en la cosa más menuda también valora el reflejo del Señor.