Un buen libro sobre San Francisco de Asís, escrito 1981 por L. Boff donde se tocan cinco cuestiones de suma importancia para nuestro tiempo. Un libro que muestra un franciscanismo vivido con pasión que invita a conocer más del Poverello.
"No vivimos en el mundo que queremos, sino en el que se nos impone. Ni hacemos tampoco todo lo que deseamos, sino tan sólo lo que se nos deja y se nos permite. Sólo una visión idealista de la historia y del individuo puede concebir la libertad como pura espontaneidad y creatividad. La libertad se verifica en el interior de un espacio concreto, y su ensanchamiento supone siempre un costoso proceso de liberación. Es propio de la madurez asumir con serenidad y desprendimiento interior aquellas realidades que, objetivamente, no podemos modificar. Aún en situaciones de esta naturaleza podemos ejercer nuestra libertad, según sea el modo que tengamos de asumir e integrar en nuestra trayectoria personal el dictado de la historia." (pág 202).
"... Quien da la vuelta a la vida, topa indefectiblemente con la muerte. ...Símbolo de la madurez humana y también de madurez religiosa es integrar el trauma de la muerte en el contexto de la vida. Entonces la muerte quedaq destronada de su status de señora de la vida y última instancia. Triunfa el Eros sobre el Thánatos, y el deseo gana la partida. Pero hay un precio para estainmortalidad: la aceptación de la mortalidad de la vida. Aceptar morir, frustrar el deseo empírico y superficial que pretende vivir eternamente, es condición indispensable para que el deseo llegue a su verdad de vivir eternamente y, de este modo, triunfar de manera absoluta." (pág 205-206).
"... Pero Francisco hace, además, un llamamiento de insospechada importancia para nuestra situación actual. Vivimos en un mundo de objetos; todo es objeto de cambio, de interés, de negociación, de falsificación, de enmascaramiento y de fetichización. Las cosas han ido perdiendo progresivamente su uso humano, directo y sencillo, de satisfacción de unas necesidades objetivas que deben ser atendidas colectivamente. Con su pobreza radical, Francisco postula una radical expropiación, especialmente del dinero, cuya naturaleza se resume en ser puro objeto de cambio, sin ningún otro uso que no sea precisamente el de cambio. En el mismo momento en que se forma el espíritu capitalista, basado en el cambio, Francisco inagura una existencia humana que se fundamenta únicamente en el valor de uso." (pág 218-219).
"¡Mientras Dios sea Dios, mientras Él sea el Viviente y la Fuente de toda vida, yo no moriré, aún cuando muera corporalmente!".
"... Quien da la vuelta a la vida, topa indefectiblemente con la muerte. ...Símbolo de la madurez humana y también de madurez religiosa es integrar el trauma de la muerte en el contexto de la vida. Entonces la muerte quedaq destronada de su status de señora de la vida y última instancia. Triunfa el Eros sobre el Thánatos, y el deseo gana la partida. Pero hay un precio para estainmortalidad: la aceptación de la mortalidad de la vida. Aceptar morir, frustrar el deseo empírico y superficial que pretende vivir eternamente, es condición indispensable para que el deseo llegue a su verdad de vivir eternamente y, de este modo, triunfar de manera absoluta." (pág 205-206).
"... Pero Francisco hace, además, un llamamiento de insospechada importancia para nuestra situación actual. Vivimos en un mundo de objetos; todo es objeto de cambio, de interés, de negociación, de falsificación, de enmascaramiento y de fetichización. Las cosas han ido perdiendo progresivamente su uso humano, directo y sencillo, de satisfacción de unas necesidades objetivas que deben ser atendidas colectivamente. Con su pobreza radical, Francisco postula una radical expropiación, especialmente del dinero, cuya naturaleza se resume en ser puro objeto de cambio, sin ningún otro uso que no sea precisamente el de cambio. En el mismo momento en que se forma el espíritu capitalista, basado en el cambio, Francisco inagura una existencia humana que se fundamenta únicamente en el valor de uso." (pág 218-219).
"¡Mientras Dios sea Dios, mientras Él sea el Viviente y la Fuente de toda vida, yo no moriré, aún cuando muera corporalmente!".
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