"Tú eres Pedro y..."

19.10.11

Siempre es grato encontrarse con personas que dejan algo en nuestra vida, quizás por su entrega, por su estilo de vida o tal vez por su sonrisa, lo importante es que las conociste. Hay testimonios reales que nos marcan y que renuevan nuestras ganas de vivir, generando una visión de que las cosas pueden y deben de ser diferente. En la Iglesia hay este tipo de “personajes”. Seres que hacen una opción por una Iglesia diferente, que viven su vocación desde la minoridad, la alegría y la cercanía al pueblo, imprimiendo un rostro diferente desde su ser consagrados.

Al llegar a Coca, Ecuador, me encontré con un personaje de esos raros, de los que saben vivir diferente. Su nombre es Pedro, es un humilde argentino y es mi hermano, por ser capuchino. Él a sus 62 años inició su camino misionero en África. Luego por un paludismo tuvo que cambiar de residencia. Y eligió Ecuador, primero Nuevo Rocafuerte y después Coca. En días anteriores, a sus 86 años ha decidió regresar a su provincia.

Compartí con el casi un mes y en este breve tiempo me dejó grandes enseñanzas. Él fue el primero que trató de “enseñarme” a ser misionero. Hablaba con él de misionero a misionero, del que sabe al que quiere aprender; mostrando su disponibilidad por compartir su experiencia de fe en la misión.

Es un hombre de oración, de profundo amor al Señor. Su preocupación es la renovación de la Iglesia y él en sus comunidades lo hacía. Tenía dos lugares: San Pedro y San Pablo y El Rancho. A un lugar iba con el proyector y a otro, con una gran campana, pero en ambas era querido, como pastor que ama a sus ovejas, a pesar de que eran dos realidades diferentes socialmente. Me dijo un día: “Hay que renovarnos, no quiero que digan que por que soy muerto mis misas no son creativas”. Lo último que promovió aquí fue la “Nueva Evangelización”, quizás sentía que con este nuevo sínodo la Iglesia iba por donde el había soñado: hacía la renovación.

Pedro vive lleno de alegría y de humor. Su gran carcajada muestra su felicidad de haber optado por una vida de entrega al Reino. Tres imágenes me quedan de él grabadas: escribiendo en el computador soportando el duro calor, en la capilla desde las 5.00am en oración y yendo en vieja camioneta velozmente a comprar el pan para los hermanos. Estas son actividades que marcaron su día a día, tratando de forjarse un camino al encuentro de los demás, en persona o por internet..

A continuación comparto su discurso de despedida el día de nuestro padre San Francisco, al concluir la reunión zonal de los Capuchinos:

“Yo escribía días atrás a un capuchino de África, en francés, que mi vida es como una barca que esta en el muelle. Está con grandes averías, abandonada. Así como las barcas que vemos aquí. Pero aunque la barca ya no sirva, yo me siento fuerte, con ganas de seguir dando mi vida aquí, a ustedes y a la comunidad.

Por supuesto que tanto en África como en la “Villa Miseria”, yo siempre he ido para ir hasta la muerte, nunca para 10 años. Siempre he vivido lo arriesgado. Lo de África fue porque los medico me dijeron: “si usted vuelve al África, no vuelve del África”, entonces me vine acá. Y ahora todos los agujeros de mi barca dicen que dentro de poco no voy a llegar al puerto de origen. Y sobre todo voy a molestar a los hermanos.

En este momento, entonces, con gran dolor, evidentemente, con gran sentimiento, por que yo hubiera querido morir aquí. Ya había reservado mi tumba aquí y todo, a un lado de la hermana Gabriela. Cosa a la que todavía no renuncio, porque puedo mandar mis cenizas.

Yo soy muerto, pero todavía camino. Y les pido perdón a ustedes por las cosas de los viejos, que siempre son cosas raras: Les molestamos, nos creemos más que los demás, nos parece que el tiempo pasado fue mejor y qué barbaridad los jóvenes. Y bueno, yo les pido perdón si los he molestado, pero ha sido completamente al margen de mi voluntad profunda. En mi voluntad profunda lo quiero a todos, es un grupo maravilloso con el que he convivido. Yo estoy seguro que Dios los va a ayudar, a ayudar mucho. Y bueno, que me ayude a mí.

Y como lo que quiero es no molestar. La primera cosa es siendo breve ahora.”

Él no se aprendió mi nombre, le tenía que ayudar con la palabra “Kirchner”, pero si se aprendió a Cristo, lo aprendió de corazón. Y esto me basta para vivir creyendo en los hermanos y seguir construyendo la fraternidad por el Reino, a pesar de nuestras debilidades. Y esto es ser Capuchino, vivir amando a Dios, siendo capaces de entregar la vida por el prójimo.

Hoy es cumpleaños de Pedro, mis felicitaciones y oraciones para él.
Que el Señor te siga bendiciendo, mi querido Pedro.

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