Es en Belén de Judá

7.12.09

Felicitación navideña 2009

Dios se revela a los sencillos, decía al Papa a los Teó-logos, comentando el Evangelio del día (1 diciembre 2009) Lc 10,21-24

“… un hecho que comienza ya en los tiempos de su nacimiento, cuando los Magos de Oriente preguntan a los competentes, a los escribas, a los exegetas, el lugar del nacimiento del Salvador, del Rey de Israel. Los escribas lo saben porque son grandes especialistas; pueden decir en-seguida dónde nace el Mesías: ¡en Belén! Pero no se sien-ten invitados a ir: para ellos, sigue siendo un conocimiento académico que no toca su vida, quedan fuera. Pueden dar información pero la información no se convierte en for-mación para la propia vida”.

Este pensamiento nos da pie para cantar a Jesús, Verbo de Dios, en esta Navidad. La Academia no nos salvará; sólo la revelación de Dios, si nos hacemos como niños. “En cambio, también en nuestro tiempo están los pequeños que han conocido tal misterio. Pensemos en santa Bernadette Soubirous, en Santa Teresa de Lisieux, con su nueva lectura de la Biblia, “no científica”, sino entrando en el corazón de la Sagrada Escritura; hasta los santos y beatos de nuestro tiempo: santa Josefina Bakhita, la beata Teresa de Calcuta, san Damián de Veuster. ¡Podríamos nombrar muchos!”

(Homilía del Papa Benedicto XVI en la Santa Misa con los miem-bros de la Comisión Teológica Internacional, Capilla Paulina, martes 1º de diciembre de 2009).

Nosotros también queremos ser de esos sencillos.


Es en Belén de Judá,
según dice la Escritura;
los Sabios sí lo supieron,
mas no fueron a la Cuna.

En Belén del Rey David,
aquel que el rebaño cuida,
dulce Cantor de Israel,
que al Rey Mesías anuncia.

En Belén, la muy pequeña,
de los pequeños figura;
de oraciones y cantares
y de salmos fuente pura.

Dios de Dios y Luz de Luz,
Verbo santo, estirpe una,
en la Virgen entrañado,
presencia que en mí se oculta.

Cristo, mi Sabiduría,
mi paz, mi senda segura,
puerta de la Trinidad,
mi Dios, mi cruz, mi aleluya.

¡Gloria al Santo, gloria eterna,
gloria a Dios en las alturas,
y la paz del Redentor,
su gracia, a sus creaturas! Amén.

Puebla, 4 diciembre 2009.

Fr. Rufino María Grández

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